El
padre Jacinto Alegre Pujals
(Tarrasa 24-XII-1874 / 10-XII-1930) Frecuentaba
los hospitales de Barcelona y sentía preferencia por los más pobres
que no tenían a nadie. Conoció la obra de San José Benito
Cottolengo en Turín, y
pensó que era lo que él buscaba para los enfermos pobres que
visitaba.
El
Padre Alegre moría en 1930 y dos años después de su muerte, D. Rómulo
Zaragoza comenzó la obra del Cottolengo del Padre Alegre
El
23 de octubre de 1939, nace en Barcelona la Congregación religiosa de Hermanas Servidoras de Jesús, con
el
fin específico de
entregar la vida al servicio de los
hermanos
pobres
y enfermos
más
necesitados.
Existen
dos
requisitos fundamentales
que
ha de tener una persona para ser aceptada en esta
institución.
La primera
es que
la enfermedad que tenga sea incurable y la
segunda es
que sean pobres, que por sus posibilidades económicas no puedan ser
atendidos en otros centros.
Esta
institución se mantiene gracias a todo tipo de ayudas: económicas,
ropa, alimentos, libros... y con la ayuda de todas aquellas personas
que quieren integrarse la institución para poder ayudar a los demás.
Cuando
se acerca el final del año los niños acogidos en el Cottolengo del
Padre Alegre comienzan a pensar en su carta a los Reyes
Magos de Oriente que sus pajes pasan a recoger el día 14 de Diciembre
En
esta institución cercana al Parque Güell, viven 164 personas con
discapacidades físicas o psíquicas graves y, entre ellas
una cincuentena de niños.
El
Cuerpo de la Guardia Urbana también forma parte desde hace 18 años
de esta institución, cuando se invitó por primera vez a sus
residentes a la tradicional demostración de la Unidad Montada.
Niños
y grandes "alucinan con los trajes de gala de los agentes, con
los caballos de la montada y con la unidad canina ", aseguran
distintos agentes.
Pero
el apoyo que va más allá de la exhibición de la unidad a caballo
ya que desde el año 2001, la Guardia Urbana también comenzó a
llevar al Cottolengo alegría y regalos cada noche de Reyes.
Los
Reyes del Cottolengo se han esforzado por mejorar cada año ya que al
principio nadie tenía experiencia y cada uno hacía lo que
mejor sabía y podía pero con el tiempo se ha conseguido que la
ayuda se adecue a las necesidades de los residentes .

La
madre María Milagros, que ya ha vivido nueve años la fiesta de la
noche de Reyes en el Cottolengo, valora la colaboración de la
Guardia Urbana. Explica cómo el Cuerpo reserva a los internos un
espacio especial para poder ver la cabalgata y como muchos agentes y
sus familias los visitan durante la Navidad para contemplar la
espectacular belén viviente que organizan en el jardín del centro,
con la participación de los residentes. "La devoción de la
Guardia Urbana es asombrosa", dice con emoción.
Hace
énfasis en la alegría con la que, a pesar de la dureza de algunas
situaciones, se intenta vivir en el Cottolengo. Y es que, aparte de
la atención médica y educativa que se ofrece a los residentes, "el
afecto" hace mucho en la mejora de los enfermos, que a menudo
tienen un progreso significativo.